Dice nuestra Biblia que lo primero que hizo Noé al finalizar el diluvio fue plantar una viña, de allí en más el vino aparece más de 170 veces en estas sagradas escrituras. En tiempos romanos lo que más gustaba en el imperio era el vino blanco y el poco vino tinto y este último era clarificado con polvo de mármol, clara de huevo o tiza para también bajar su acidez. Sin embargo en Palestina (tierra de Jesús) preferían el tinto, al que solían agregarles miel, hierbas o especias y se acostumbraba también dejar las uvas a la acción del humo caliente para darle al vino sabores ahumados. Solo los mejores vinos puros y sin aditamentos se depositaban en tinajas y se dejaban exclusivamente para ceremonias religiosas. Si bien no hay documentos históricos que hablen de clasificación de variedades en aquella época era la actual Shiraz la que al parecer predominaba, cepa que tiene origen en Persia. Actualmente al sur de Irán existe una ciudad con su nombre y parecer ser su punto de partida. Determinar que aroma y gusto tenía el vino de la Última Cena es imposible, tampoco como fue el de las Bodas de Canaa pero filosóficamente con toda seguridad fueron los VINOS más perfectos de la historia de la humanidad porque fueron uno elegido y el otro creado por el don del milagro por el único Ser Perfecto que piso este mundo. Mientras sea el hombre quien lo haga jamás tendremos un VINO PERFECTO. #yomequedoencasa #mequedoencasa
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