La Cerdeña (Sardegna) es una región vinícola de Italia perteneciente a la región insular de la misma, ubicada en el centro del mar Mediterráneo occidental que limita al norte con la isla de Córcega de la que se separa por el estrecho de Bonifacio, Túnez al sur, la Italia continental al este y las islas Baleares al oeste.
Su capital es Cagliari, ubicada al sur de la isla.
La isla de la Cerdeña tiene suelos cuya formación geológica es muy antigua, más exactamente de la era del Paleozoico (más de 500 millones de años).
Cuenta con una superficie de unos 24,000 km2 que albergan una población cercana a 1,680,000 habitantes.
Cerca del 85% del territorio sardo está compuesto por montañas y colinas y cuenta además con más de 150 km de costas altas y rocosas. Clima marcadamente Mediterráneo (inviernos suaves, con veranos calurosos y secos) con influencias del Mistral, un viento seco y fresco que sopla en invierno y primavera.
En el centro de la isla, la humedad es más baja y las temperaturas pueden oscilar en verano entre los 35° y 40°C, con suelos áridos y un régimen de lluvias cercanos a los 700 mm anuales.
Todo este ecosistema con 300 días de sol al año, hacen que, en la Cerdeña, uno no solo pueda tomar unas inolvidable vacaciones en “Costa Esmeralda” sino también que se pueda gestar una viticultura de calidad, donde se abren paso VINOS MARAVILLOSOS elaborados con variedades blancas como la Vermentino, Malvasía, Nuragus, Moscatel, y tintas Cannonau (Garnacha), Mónica y Carignano completan la paleta de fantasías.
Un secretito…cuando pueda, consígase una botellita de ANZENAS DOLIANOVA (90% Cannonau, 5% Montepulcciano, 5% Carignano)…un vino…”Bellísimo…Bocatto di cardenale” o bien mi preferido BLASIO Cannonau di Sardegna DOC Riserva.
Como ven, Italia, el primer productor mundial de vinos, no agota ni su talento ni su magia en los Barolos y Barbarescos del Piamonte, ni en los Amarones della Valpolicella, ni en los Chainti o Brunellos de la Toscana.
Italia es una viña de extremo a extremo donde el vino corre por las venas de sus habitantes, en sus calles, valles y colinas, por ello incito a usted amiga, a usted amigo que está disfrutando de esta charla tan amena que tenemos, que haga de la curiosidad un credo, y que cuando descubra una botella que lo impresione tómese el trabajo de sumergirse en la tierra de donde proviene, como yo se lo cuento aquí.
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